La lucha social y el combate a la desigualdad es el pretexto ideal que han encontrado en los últimos diez años los hermanos Charrez para construir una estructura financiera con dinero público, que los llevo al control de la región más conflictiva del estado mediante el financiamiento de movimientos y grupos de choque capaces de desestabilizar el municipio de Ixmiquilpan, además de tener un exponencial crecimiento patrimonial personal.
Cipriano, Pascual y Vicente, crearon despachos con profesionistas especializados en agronomía, comunicaciones y servicios, arquitectos, ingenieros, sociólogos y licenciados en derecho, que se dedicaron a la elaboración de expedientes técnicos, suficientes para obtener licitaciones y ganar contratos de obras públicas.
Crearon cuatro empresas en la región, un sindicato de transportistas y abrieron tiendas que distribuyen materiales de construcción, es decir cerraron el círculo para ganar hasta el último centavo de cada obra que obtuvieran para las diferentes comunidades del municipio de Ixmiquilpan particularmente.
Para ejemplos “Concretos del Valle”, una firma que tiene como cabezas visibles a Juan Luis Martínez García, Alejandro Rosquero y Sonia Judith López, operadores financieros de Cipriano Charrez, y que ha sido una de las principales empresas beneficiadas con los contratos de las obras públicas desde que el actual diputado era presidente municipal en Ixmiquilpan.
Así fueron creciendo y de cada obra federal, estatal y municipal que tuvieran, destinaban el 10 por ciento para un fondo de financiamiento a su proyecto político, otro 10 era para sus cuentas personales y lo restante se quedaba en las empresas que “generosamente” daban empleo en la región.
Esta estructura los ha llevado a escalar posiciones políticas, a tener el control de la región y crear conflictos sociales a los cuales se ofrecen después como las soluciones, bajo esa lógica es como se entienden sus movilizaciones, protestas y bloqueos, la desesperación de que el dinero público no sea liberado, no es por la necesidad de vecinos, sino porque se les agota su fuente de financiamiento para mantener a sus grupos de choque, manifestantes y también las promesas que han hecho a familias que acarrean en cada marcha.
Su enojo los ha evidenciado, sus excesos han quedado al descubierto como la forma en que han ahogado a una de las zonas con mayor riqueza natural y potencial de crecimiento industrial, pero que hoy vive controlada por un grupo familiar que ha sabido manipularlo y enriquecerse con dinero público.