La Universidad Autónoma de Hidalgo, pretenden desviar la discusión de la transparencia a la supuesta violación de la autonomía en la máxima casa de estudios y con ello evitar tener auditores externos que den puntual revisión a la manera en que se gasta el dinero público que cada año reciben.
En el fondo no es un tema de autonomía, lo sabe bien el presidente del Patronato de la Universidad Autónoma del estado, Gerardo Sosa Castelán quien se ha encargado de la campaña de ultradefensa de su alma mater, es más bien el temor a conocer con precisión como se benefician algunos de los contratos y del presupuesto público.
Sosa Castelán recibió el primer golpe del gobierno del estado, cuando le notificaron que desde la Secretaría de Finanzas ya no le pagarían la nómina del equipo de Basquetbòl de las Garzas, tampoco de la Orquesta Sinfónica y menos los sueldos de quienes desempeñan alguna actividad en la Fundación Universitaria, nada pudo hacer en su defensa, es un gasto millonario que salía del presupuesto estatal producto de acuerdos debajo de la mesa, así que no tuvo opción que resignarse.
Y ahora con la nueva Ley Anticorrupción que contempla la operación de auditores externos en las instituciones y organismos independientes, Gerardo Sosa sabe que saldrán a la luz las empresas beneficiarias con los contratos que se tiene en la universidad y sus 22 empresas en todo el estado, y es ahí donde se encuentra el punto medular, pues de acuerdo con la información en poder de la contraloría, muchos de los favorecidos son prestanombres y personas ligadas al presidente del patronato.
Es cierto, la UAEH es auditada cada año sólo que por sus propios empleados así que ser juez y parte en un proceso tan delicado no puede ser garantía de que las cosas estén bien y en el caso de los organismo federales, lo que han avalado es que el dinero se aplica en todas las instituciones, pero no han entrado al detalle de los contratistas y empresas, que es donde afirman, esta la fuente del crecimiento patrimonial de Sosa Castelán.
Dicho de otra manera la resistencia y el escudo llamado autonomía que pretende usar la Universidad Autónoma del Estado, es para evitar que por fin después de varios años se conozcan a donde van a parar las ganancias del dinero entregado a la máxima casa de estudios.