Gerardo Sosa Castelán afirma con aplomo que nunca fue expulsado ni corrido del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y que él fue quien renunció, procedimiento que nadie duda, pero lo que no explica es como fue orillado a tomar su propia decisión consecuencia de varias acciones en las que vio limitado su poder económico y político que mantenía desde hace varios años y que en el sexenio pasado le alentaron.
El jefe del disminuido grupo Universidad, estaba acostumbrado a las negociaciones debajo de la mesa, mismas que le dieron posiciones en municipios, en la cámara de diputados y hasta encargos dentro de la burocracia estatal, sin dejar la más importante: ingresos económicos a nombre de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, que dicen los enterados, aprovecho para beneficios personales y terminaron en cuentas del extranjero.
Con el ex gobernador Francisco Olvera se mantuvo el trato, incluso llegó a pisar nuevamente el palacio de gobierno y se le vio sonriente en la toma de protesta en el cuarto piso lo que hacía suponer y que más tarde se confirmaría, que los vientos soplaban a su favor y con plenitud, casi como en la misma época que con el ex gobernador Guillermo Rossell.
Lo único que no imagino es que sería la última vez que pisaría el despacho del ejecutivo estatal, al que siempre ha aspirado llegar desde hace 18 años, pues la suerte le cambió drásticamente con la llegada del actual gobierno, que no parece dispuesto a tolerar sus traiciones, caprichos, amenazas y guerra sucia.
Dicho por el propio mandatario estatal Omar Fayad, a la Universidad del Estado se le dejaron de enviar recursos que no estaban etiquetados dentro del presupuesto y que no tenían como destino el fortalecimiento de actividades académicas y que se contaban en varios cientos de millones de pesos al año.
Ahí comenzó el declive de su principal coto de poder, la guerra sucia arreció, volteó sus armas en contra de las autoridades estatales y echó a andar su escasa maquinaría electoral en el partido Convergencia y disperso rumores de su posible llegada al Partido de la Revolución Democrática (PRD), mientras buscaba a sus antiguos aliados para que lo acercarán al Movimiento de regeneración Nacional (MORENA).
Nada funcionó, lo demás es historia, hoy se quedará con su Movimiento Naranja aliado al Frente formado con el PRD y PAN, pero sin muchas expectativas de triunfo electoral, digamos que con los mismos resultados que ha tenido en procesos anteriores, es decir sin poder ganar ni siquiera Acaxochitlán, el lugar donde nació.