- Mal de amores
En la Enciclopedia Literaria de México se lee sobre Ramsés, poeta nacido en Actopan, Hidalgo: “Poeta, reportero y promotor cultural mexicano, autor de dos libros. Cursó Creación Literaria en la Escuela de Escritores de la Sociedad General de Escritores de México SOGE; y fue Diplomado en Gestión Cultural por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes CONACULTA. Obtuvo la beca de jóvenes creadores del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes FOECAH Hidalgo. También fue colaborador de Milenio Diario.
Sus textos y poemas se publicaron en Tierra Adentro, Círculo de Poesía, Danza Móvil, Generación, El Lumpen Ilustrado, El Perro, Horizonte (España) y El Poema Seminal.
Se le recuerda, también como organizador de diversos encuentros nacionales de teatro comunitario y literatura. Coordinó seis ediciones de las Jornadas Culturales Efrén Rebolledo y condujo el programa radiofónico Libertad bajo palabra, así como Lienzo.
Salanueva, fue de los primeros poetas hidalguenses nacido en la década de los 70, del siglo pasado que descubrió a una edad muy joven su vocación poética. De trato amable y generoso, Ramsés fue guía de muchos jóvenes que en las décadas de los 80 y90 decidimos encaminarnos en el mundo de las letras hidalguenses. De pronto aparecía el joven poeta Ramsés, para acompañarnos con su experiencia y sabiduría, como un moderno Virgilio alumbrando el camino de Dante, para atravesar el paraíso y el infierno que significaba adentrarse en el camino de las letras hidalguenses.
Pero como casi es una ley de la vida que lo bueno dura muy poco, Ramsés falleció muy joven, a los 44 años de edad. Por fortuna, y gracias a la gran difusión y promoción que ha hecho de su obra póstuma su hermano Radamés Salanueva, es que el espíritu poético y la obra de Ramsés sigue vigente cada 14 de febrero, fecha de su nacimiento, en el cual este año habría cumplido 53 años;
Me es grato compartirles su poema número XII, el cual se incluye en su poemario más conocido Cuaderno para estudiar el viaje:
He aquí, duermes sobre la yerba ulterior de los abismos
en el cuarto más oscuro de la casa
donde la luz no causa humores
y los gatos huyen de tan inmenso.
Duermes, convencida de tu antigua mancia.
Segura estás de vencer estos muros.
De dislocar las ventanas,
para que el sol ya no cohabite
y queden tiesas estas lámparas.
Puedes, hacer de cuenta,
que la escala siempre descendió a ninguna parte.
Que el solado no colinda mas con los tejabanes
y los ramos de tu cama, pesadamente
se arrastran por los albañales.
Hay un pájaro inconcluso atrapado en las telarañas.
Un nido de efímeros ratones, que prospera bajo mis hombros.
Corrosivos hormigueros se expanden en la alacena
de las vigas cuelgan polillas, hombres sin credo.
He visto salir fenixs de los desagües
mientras crótalos se filtraban por las cornisas,
ya invadidas de asarinas y grandifloras,
de todas estas plagas mía la culpa es,
no supe cerrar a tiempo las troneras,
ni despedir oportunamente a las visitas residuales.
Remanentes de esas auras acometen mi basamento.
Pero duermes, ajena a los desfiles y las aniquilaciones
a los parques conquistados por los vicios
los cafés de espejos, los cines improbables,
las salas de fe, o los salones de aire.
En tu cámara ninfal, no escuchas el latido de la pileta,
o la comparsa de los trebejos
esos puntos ciegos donde la morada se tropieza
se desquebraja, bajo la acumulación de sartenes calcinados
y fotografías secretas, de lugares donde nunca fuimos.
de rutas, de monociclos, locomotoras que no abordamos.
Mucha gente toca la puerta, pero nadie abre
y pasan de largo los que dejan cartas, los que venden sosa
y negocian causticos, los que afilan cuchillos y podan sexos,
los que compran óxido y se confiesan plásticos,
los paganos, convencidos, y los evangélicos, insurrectos
los que piden dádiva, y los que dan tristeza
los que barren el polvo, pero nunca se llevan los escombros
las gitanas que muerden la mano y los alcohólicos que leen los pies
los que reparan matorrales y pintan grietas, los dulces, los amargos
los que censan los refugios pero censuran los burdeles,
las pías que maldicen y las disolutas que oran,
los que se alquilan por mandato y los que huyen por convicción
todos han pasado por aquí, y a pesar de la indiferencia
con que la tarde se recoge, en su aposento de sosiego, duermes,
sin que nadie sepa lo que sueñas
si tienes hambre de realidad o gula de ilusiones.
A veces hablas y las paredes te responden,
son alusiones de ladrillo, frases escritas con cal,
conversaciones de salitre escurren de tus comisuras
dicho estaba…tu polvosa saliva; se derramaría
sobre un libro de sal.