- Ejercer paternidades responsables y afectivas tiene grandes beneficios a los padres, como la comunicación, la convivencia y el lazo íntimo que pueden tejer con hijas e hijos
- Paternidad autoritaria afecta salud de los hombres, quienes ven a su cuerpo como una máquina
Los padres que desaparecen en el momento que se enteran que van a tener un hijo, o aquéllos que están presentes, pero no se involucran en los asuntos de la casa, están condenados al aislamiento, afirma José Alfredo Cruz Lugo, quien recientemente se incorporó a la Coordinación de Asesores del Sistema DIF Hidalgo e integrante de la Red Mesoamericana de Masculinidades Indígenas, Campesinas y Rurales.
“Todo esto implica una pérdida, una soledad. Es muy común la escena donde todo mundo en casa ríe, pero el ambiente cambia cuando llega papá. La pareja, los hijos y las hijas no hablan porque le tienen miedo, o no saben qué decirle”, expresa, aludiendo a las paternidades autoritarias o ausentes, que históricamente han ejercido los hombres, al creer que tienen sólo la responsabilidad de ser buenos proveedores y reservan a las mujeres las labores domésticas, o también a los padres que abandonan a sus hijas o hijos.
“Los hombres hemos escapado olímpicamente al cuidado y la crianza de los hijos, sin embargo, lo que miramos actualmente es una trasformación del significado de ser padre” explica el también comunicólogo y consultor en sexualidad, perspectiva de género, cultura de paz, masculinidades y derechos humanos.
Otro de los costos de este ejercicio del paternaje autoritario está vinculado a la salud de los hombres, quienes ven a su cuerpo como una máquina que descuidan si les da la posibilidad de ser proveedores, y van al médico hasta que ya no aguantan algún malestar.
Explica que ejercer paternidades responsables y afectivas trae grandes beneficios a los padres, como la comunicación, la convivencia y el lazo íntimo que pueden tejer con hijas e hijos. Afirma que esta forma de ser papás se observa con mayor frecuencia, y aunque es alentador, requiere de políticas públicas que apoyen a los padres.
“Si bien hay pasos, necesitamos una agenda que garantice el ejercicio de estas formas de ser padres. El paternaje es una elección, si un hombre quiere ejercer su paternidad, nada ni nadie lo limitará. Si no quiere ejercerla, cualquier pretexto será bueno”. Exhorta a los padres reflexionar sobre su derecho a ejercer la ternura y crear vínculos afectivos con sus hijos e hijas, lo que se constituye en un plan que va más allá del proyecto de pareja. “Hay ex parejas, pero no hay ex hijos”, reflexiona.
Para lograr paternidades presentes y responsables, en casa implicará una labor de concesión y negociación con las parejas mujeres, “para poder construir estrategias de desarrollo que merecen todos los niños y las niñas”, considera.
Sobre el Día del Padre, Cruz Lugo asevera que “es una fecha que vale la pena resignificarla. La solidaridad y la democracia son conceptos que desde la perspectiva de ciudadanía pueden quedarme muy lejos; pero la solidaridad y el buen trato deben estar en mi casa y nos merecemos la oportunidad de volver a inventarnos”.
José Alfredo Cruz Lugo es comunicólogo egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) fundador de la Red Mesoamericana de Masculinidades Indígenas, Campesinas y Rurales, a través de la organización Diversidades A.C., lo cual le permitió analizar y trabajar con hombres que han vivido en comunidades rurales e indígenas, donde observó vínculos mucho más cercanos entre padres, hijas e hijos.
Fue distinguido en 2006 por la Comisión de Derechos Humanos de la ahora Ciudad de México con el premio Hermila Galindo por la instrumentación de la campaña “16 días de Activismo contra la violencia hacia las mujeres y niñas”.