Asegura la secretaria del Trabajo en Hidalgo Mayka Ortega, es necesario tipificar la figura de enganchador que persiste en la zona serrana y huasteca de la entidad, donde es común que se lleven a los indígenas a los campos de labor en el norte del país, bajo condiciones lamentables.
La funcionaria refirió que esta situación es un tema legal y legislativo a fin de acabar con esta práctica que se realiza en diferentes comunidades de las zonas, serrana y huasteca, donde afirmó que los enganchadores llegan en camiones y vocean en las poblaciones el número de jornaleros que requieren para las actividades de cosecha en el campo.
La funcionaria manifestó que este tipo de personas generalmente se ubican en los expendios de gasolina hasta donde llegan los indígenas y sin ninguna certidumbre arriban a lo campos de cultivo sin saber cuál será su jornada, su salario y las condiciones sobre las cuales se ocuparán en los Campos de cultivo, por lo cual urge que el estado pueda tipificar esta figura y crear una manera de poder defender legalmente a los jornaleros.
Ortega Eguiluz, aseguró que en el caso del programa que lleva a cabo la Secretaría destacó que se mantiene un orden tanto con los empresarios que requieren la mano de obra, así como con las Secretarías del Trabajo de los estados, a donde se envía a los jornaleros, con la finalidad de que haya una vigilancia sobre las condiciones en las que se encuentran los indígenas.
Refirió que este programa ha colocado en este año alrededor de 800 jornaleros, quienes cuentan con la garantía de conocer cuál es su salario, su trabajo y también con un formato que garantiza que les paguen el salario estipulado y sobre todo que nadie más que el jornalero pueda cobrar este pago y laborar en condiciones de sanidad y seguridad.
Cabe mencionar que las denuncias que han realizado los indígenas que han sido enganchado van desde largas jornadas de trabajo, mano de obra infantil, condiciones de hacinamiento, tiendas de raya, además de que tampoco se les respeta los salarios convenidos y en ocasiones no sólo son explotados, sino también abandonados en los campos de cultivo en regiones alejadas del estado y en el interior de la República Mexicana.