- Mal de amores
Al recordar la etapa de la infancia, adolescencia o juventud, por lo regular nos viene a la memoria aquellos casos en donde algún compañero o compañera de la escuela, era popular por el sobrenombre que le habían asignado, ya sea porque un aspecto de su físico era diferente: por ser protuberante o ser escaso; o también por su color de piel o porque provenía de una etnia indígena.
Cualquiera que presentara una de esas condiciones físicas diferentes, bastaba para que alguien las señalara y se convirtieran en objeto de burla y de discriminación entre la comunidad escolar. Para frenar esta tendencia que causó un grave daño psicológico a múltiples personas; en el 2019, la Unesco estableció el 7 de noviembre como el Día Internacional contra la violencia y el acoso escolar, mejor conocido en la actualidad como bullying.
El psicólogo español Iñaki Piñuel, con una gran trayectoria en el estudio del acoso escolar y laboral, asegura que las características del acoso se centran en que es un maltrato continuado y deliberado, ya sea verbal o de otro tipo, con el objetivo de humillar, amedrentar o manipular a la víctima.
Otras de las prácticas más comunes que aplican los acosadores son: el aislamiento, las burlas, los insultos, la invasión de la privacidad y la crítica constante, con ello buscan someter a la víctima y a menudo obtiene el apoyo de la mayoría del grupo escolar.
En la actualidad, esta clase de violentadores, utilizan el internet y las redes sociales para ejercer el “ciberacoso”, que es una de las variantes del bullying, que al igual perjudica el estado emocional y psicológico de las víctimas.
Más allá que en los diferentes niveles educativos se estén aplicando protocolos y otras acciones para revertir el bulling, cada uno y una de nosotras, debemos estar alertas ante cualquier acto de acoso y denunciarlo de inmediato; con ello estaremos contribuyendo a crear conciencia en las nuevas generaciones de educandos, de que el respeto es garantía de una convivencia armoniosa.

