
Ayuno prolongado y comidas abundantes, así como consumo excesivo de azúcares, carne, sal y grasas es lo más dañino.
Mantener una alimentación balanceada es sencillo si se fomenta como un hábito desde la infancia, aunque la invasión de productos pre-cocidos, fáciles de preparar, o “sólo para calentarse”, han propiciado que la comodidad sea más fuerte que seguir el «Plato del Buen Comer».