Al grupo parlamentario del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) y coordinador Ricardo Baptista González su primer tiempo se acabo, con un saldo desfavorable que los dejo debilitados, desgastados y mal posicionados en el escenario nacional y local, producto de sus mismos errores y una lucha estéril basada en la defensa de intereses particulares y la desatención de una agenda nacional que daba prioridad a grupos vulnerables con reformas que contribuyeran a esta lucha y eso no paso en el congreso hidalguense al menos no con quienes son mayoría.
Los legisladores de oposición llegaron con una abierta simpatía y una circusntancia histórica, pues por primera vez arrebataban la mayoría al Partido Revolucionario Institucional (PRI) lo que desato una crisis legislativa por la lucha de la coordinación del congreso que se extendió por mas de un mes, hasta que se logro un acuerdo con la intervención de la Secretaria de Gobernación y el propio gobierno estatal, lo que en apariencia dejo en una posición inmejorable a Ricardo Baptista que además de asumir el liderazgo del grupo morenista también fue electo presidente de la Junta de Gobierno para el primer año.
El político originario de Tula se convertía así de bote pronto en el interlocutor local entre los poderes legislativo y ejecutivo y le abría la posibilidad de ser un gran mediador entre un gobierno federal morenista y un estatal priista que no iniciaron precisamente con la mejor de las relaciones y cooperaciones, lo que vislumbraba un escenario de choques y confrontaciones constantes donde la administración de Omar Fayad sacaría la peor parte, pero no ocurrió ni una cosa ni otra.
Baptista González dejo pasar esa opción y en su afán de defender los intereses del grupo universidad, se cerró, abrió el paso a asesores y actores que alentaron su lucha contra el gobierno estatal al grado de que fue necesaria nuevamente la intervención de la Secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero y el Subsecretario de Gobernación Ricardo Peralta, además de los constantes mensajes públicos del presidente López Obrador en sus giras por Hidalgo, de los que tuvo que hacer acuse de recibo.
El ex presidente de Tula, dejó pasar la gran oportunidad de convertirse en un político referente y liderear a Morena en Hidalgo, de ser incluso la voz mediante la cual el gobierno federal enviara mensajes políticos al estado, se perdió en el servicio a una minoría que lo encapsulo y evito su crecimiento.
Hoy debilitado y a punto de entregar la junta de gobierno y la coordinación parlamentaria, buscará regresar nuevamente a contender por la presidencia de Tula a ver si le alcanza al menos para eso, lo mismo ocurrirá con al menos 5 más de sus compañeros que buscaran candidaturas, aunque sus argumentos serán tan mediocres como su paso hasta ahora por la cámara de diputados.