Con gran júbilo celebramos hoy el 121 aniversario del natalicio del gran poeta chileno Pablo Neruda, cuyo nombre real fue Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, quien, además, fue diplomático y político, aunque nació en Parral, gran parte de su infancia la vivió en Temuco, donde desarrolló su amor por la naturaleza y la soledad
Considerado el más grande poeta del siglo XX, por su manejo del ritmo, las imágenes poéticas y su habilidad para conectar con el lector, en 1971 recibió el Premio Nobel de Literatura.
Su obra ha trascendido en el tiempo, por su profunda influencia en la literatura mundial, su compromiso social y político, así como su capacidad para conectar con las emociones humanas universales. Su poesía abarca temas como el amor, la naturaleza, la injusticia social y la historia de América Latina, ha sido reconocida internacionalmente.
En este espacio, a manera de homenaje, leamos a Neruda; por ello, a continuación, les comparto el poema más bello y famoso que escribió, estoy segura, será de lo más hermoso que ustedes puedan leer: el poema número 20, el cual se disfruta verso a verso, cargado de nostalgia y belleza incomparables:
Poema 20
Pablo Neruda
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.