Movimientos involuntarios, como tics fáciles, parpadeo, contracción de la nariz o muecas, son algunos síntomas que caracterizan al trastorno neurológico que se presenta en la infancia o la adolescencia y se denominada Síndrome de Tourette o ST, este trastorno es la forma más grave de tics.
El ST se caracteriza por muchos tics motores y fónicos que perduran, son frecuentes, repetitivos y rápidos, de intensidad oscilatoria.
Los varones se ven afectados con una frecuencia de alrededor de 3 a 4 veces más que las mujeres. Los síndromes surgen entre los 5 y los 18 años de edad, suelen desaparecer en la adultez temprana, y se dividen en cuatro:
- Simple motor. Son los tics bruscos y rápidos que involucran músculos y suelen ser repetitivos, como parpadeo, muecas, encoger hombros y sacudir la cabeza.
- Simple fónico. Son tics que producen sonidos, como carraspeo, tos, silbido o inhalación.
- Complejo motor. Movimientos que duran más; como oler cosas, saltar, tocar o golpear a otros, conductas autolesivas.
- Complejo fónico. Son los tics que afectan la repetición de sonidos o frases sin sentidos, por ejemplo las palabras que emiten o frases fuera de contexto, contar las cosas en voz alta, o decir groserías sin control.
Muchos pacientes diagnosticados con ST, pueden padecer otro tipo de trastornos como trastornos obsesivos – compulsivos (TOC), trastorno de atención de hiperactividad (TDAH), problemas de aprendizaje, dificultades de control de impulsos, ansiedad y trastornos del estado de ánimo. A menudo estos trastornos interfieren con la buena adaptación social del paciente, y es más frecuente que los padres los lleven a consulta por esta razón, que por los tics del niño.
Especialistas del ISSSTE informan que no existe un cura para el ST, pero el tratamiento es la identificación y manejo de los síntomas, ya que en muchas ocasiones los efectos son leves y no se requiere tratamiento, pues los síntomas mejoran cuando llegan a la adolescencia tardía, aunque algunos pueden continuar en la edad adulta.