“Que nos conozcan, que nos acepten, que no nos juzguen, que entiendan que nadie en su sano juicio decidiría ser gay” fueron, en resumen, las ideas que expresaron integrantes de la comunidad LGBTTTI (lésbico, gay, bisexual, trasvesti, transexual, transgénero e intersexual) en Hidalgo, durante un cine-debate en el que participé en calidad de periodista cultural. Cuando les escuchaba, me imaginaba un mundo de personas rubias, en el cual había nacido un ser con el cabello negro y por ello corría el riesgo de ser excluido, menospreciado, devaluado, vejado, intimidado, agredido, violado o asesinado.
Así de inhumano, de ilógico, de irracional es la violencia homofóbica que viven constantemente las personas sexualmente diversas. Se enfrentan a un mundo que, de entrada, no las acepta como son. ¿Y quiénes somos los heterosexuales para juzgarles? ¿Con qué autoridad moral señalamos lo que “está bien” y lo que no? ¿Qué nos creemos?
Y, mientras ellos y ellas agradecían que se hablara sobre la diversidad sexual yo pensaba: “no, nada que agradecer, somos seres humanos, que yo te respete es mi obligación y uno de tus derechos inalienables, por los cuales no deberías agradecerme nada”.
Entonces, una estimada ex alumna que estaba en el público comentó que había invitado a su mamá al cine-debate, a lo que ella respondió: “ni que ser lesbiana fuera un orgullo”.
A mi querida amiga, hoy quiero expresarle: yo doy gracias a Dios por tu vida y por la coincidencia de haberte conocido. Me contaste cómo te descubriste enamorada de una chica, el tormento que sufriste por no arriesgarte a corresponderle pues eras una adolescente. Cómo te viste obligada por presiones familiares a tener un novio, al cual debiste aceptar para acallar rumores sobre tu orientación sexual.
Cómo de esa relación nació tu preciosa hija, a la que adoras, y educas con valores; le enseñas ciencias y arte pero, también, de cómo todas y todos debemos aceptar a los demás como son, sin discriminar a nadie por su género, raza, orientación sexual, grado académico, entre otras características. Y me da mucho gusto ver cómo ahora te das la oportunidad de tener una pareja mujer, vivir tu amor, ser feliz.
Yo sí, querida amiga, estoy muy orgullosa de ti y no solo eso: reconozco tu valentía para poder sobrevivir en este mundo donde los “heteros” creemos tener la razón. Tu arrojo para entender que en la Tierra habitan seres de luz pero, también, seres oscuros a quienes llamamos homófobos que los encontramos de diversas maneras: aquellos que lo son pues envidian en ustedes el coraje de “haber salido del clóset”, ya que ellas y ellos no se atreven; que los odian porque carecen de sentimientos nobles y viven depredando a los demás y hasta existen los que, Biblia en mano, argumentan y ponen de pretexto la Palabra de Dios, para justificar su homofobia.
Yo sí estoy muy orgullosa de tener amigas y amigos que pertenecen a la comunidad LGBTTTI, pues los veo avanzar firmemente en la defensa de sus derechos. Me enorgullece saber que Alejandro Ávila Huerta, presidente de 1791 Asociación por la Diversidad AC, una de las instituciones convocantes del cine-debate, ganó un Premio Nacional de Periodismo el año pasado, está a punto de doctorarse en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM, y ha dedicado sus investigaciones y publicaciones periodísticas a lo que sucede en este importante tema, aquí en Hidalgo.
Yo sí estoy muy orgullosa de ver cómo ellas y ellos se enfrentan a este mundo donde muchas veces son tratados como extraterrestres, pues la homofobia olvida algo fundamental: lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, transgénero e intersexuales son PERSONAS y, como todas y todos, somos dignos de ser respetados y aceptados, de vivir sin ser juzgados.
Anahí Andrade Hernández, una de las participantes en este cine-debate, quien acudió como mujer lesbiana, representando a la sociedad civil en Hidalgo, afirmó: “somos igual que ustedes, la diferencia está con quién nos acostamos”.
Coincido con la maestra y catedrática en que somos iguales, en tanto debemos buscar la igualdad de derechos. Pero, al mismo tiempo somos diversos; la diferencia radica en que ustedes, integrantes de la comunidad LGBTTTI, son mucho más valientes que nosotros para enfrentarse a este mundo, para luchar y agarrar al “toro por los cuernos”. Gracias, de verdad, por existir y por su ejemplo.